jueves, 3 de julio de 2014

La historia de Guácar en la revista Aleceia

       Esta es una publicación muy antigua pero he creado éste blog para ir presentando en él mi actividad artística. Estaría, sin duda, incompleta sin esta historia antigua en varios sentidos. Por un lado la publiqué en 2005 pero la había escrito años antes. Y por otro, retomo en ella un mito cosmogénico o genésico de los taínos, los antiguos pobladores de la isla de Cuba.

      Este mito me atrajo desde que lo leí en un libro de leyendas taínas. En la versión que publiqué está muy modificado o reinterpretado. La intención era más poética que otra cosa. No tenía un posicionamiento ideológico, como la mayoría de mis relatos actuales. Es una obra que por ello considero de juventud, profundamente estética y simbólica, basada en la literatura genésica que tanto me ha atraído desde niña.
    
     La historia de Guácar fue publicada en el número 002 de agosto de 2005, en la revista literaria Aleceia, creada por la Fundación Municipal de Cultura, Aula de Letras Gabriel Baldrich, de la Línea de la Concepción, Campo de Gibraltar, Andalucía.
 
  
      Casi diez años después traigo a este blog aquel relato de mi juventud que fue "La historia de Guácar". Espero que los disfruten. 
  
       "Esta es la historia de Guácar, el joven cuyo rostro se dibuja en la luna.
      
        En el principio de los tiempos, cuando la madre mar creó la tierra a partir de sus entrañas e hizo nacer de ella a dos bellos hermanos, todo era perfecto.
   
      La mar no había contado con la existencia del amor, tan antiguo como ella, pero que desconocía. Guácar y su hermana, ambos hijos de la mar, no pudieron resistirse a la belleza del mundo en el que fueron creados y se enamoraron perdidamente.
      
       Comenzaron a comportarse de manera distinta. Guácar salía a pescar, como siempre había hecho, pero no conseguía capturar ni un sólo pez. Se pasaba las horas ensimismado en las aguas oscuras y brillantes de su madre. No advertía cuándo los peces picaban en su chambel, ni le importaba quedarse sin carnada. Se comportó de manera tan extraña que su bella hermana pensó que se había vuelto loco.
      
       Una noche, mientras ésta dormía, notó cómo unas manos cálidas acariciaran sus cabellos. Unos gruesos labios besaron sus mejillas y unos brazos la apretaron, un cuerpo apretado contra su propio cuerpo. Sintió como si se deshelara por dentro. Algo fluía en su interior. Se aferró al abrazo, contestó con otros besos, con otras caricias. Y así ocurrió por algún tiempo.
     
      La mar ya no sentía a su hijo navegar, ni pescar, ni a su hija bañarse en sus aguas, ni mirarse en ellas. Supo que algo sucedía. Un buen día, lanzó sus aguas sobre la tierra que había creado y encontró a sus hijos amándose. Se sintió muy olvidada y castigó a los enamorados. Su bella hija quedó exiliada de la tierra, condenada a flotar en forma de esfera blanca sobre la mar. Así cada noche, la mar podía verla con claridad reflejada en sus oscuras aguas.
  
     Guácar quedó triste y desesperado sin su hermana. Lloró mucho tiempo y de sus lágrimas surgieron los riachuelos. Se golpeó contra las rocas y se horadaron cuevas. Gritó de dolor y rugieron los vientos. Hasta que una noche, cuando vio el rostro blanquecino de su hermana flotando sobre la mar, en los cielos, desesperado, buscó la montaña más alta y la subió tan rápido como las liebres. Llegado a la cima comprobó que no podía tocar a su bella hermana. Entonces una lechuza de ojos enormes pasó volando cerca del enamorado. Tenía el rostro blanco y redondo como la luna.
  
     Guácar enloqueció de envidia. Corrió hasta el borde de la cima y saltó al vacío deseando volar como la lechuza. Y así fue, voló cada vez más alto, hasta posarse para el resto de la eternidad en el rostro de su amada".

Alicia Ramos González